La familia feliz y unida nos demuestran la importancia de estar al lado de nuestros seres queridos a lo largo de toda la vida.
Amado Santo Padre; tú conoces como ningún otro el corazón. Puro de los niños y sé que, con tu agracio don benevolente, Te compadeces de ellos como nadie en este mundo.
Hoy acudo ante ti con profunda esperanza para suplicarte que Arropes con tu manto celestial a todos los niños del mundo, ampáralos de este virus tan maligno. Amén!
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